Fernando Orozco: «ser homosexual no es un estigma»

Fernando Orozco, junto a un joven que rescató de la indigencia. Hoy, el joven recibe tratamiento para sus problemas psiquiátricos. Fernando ha sido clave para su recuperación.

1. ¿Cuándo fue la primera vez que usted se sintió en peligro por su orientación sexual?

Cuando tenía veintiún años y vivía en Guayaquil. Salía de la academia en la que estudiaba estilismo y un patrullero se paró y los policías me agredieron por mi orientación sexual. Me subieron al patrullero y terminé en el Cuartel Modelo.

2. Como activista de la comunidad lgbti,, cuál es el episodio que más le ha marcado?

Compartir mis experiencias en varios foros de defensa de derechos humanos. Creo que alzar la voz, contar nuestra historia, le hace consciente al otro que vive la misma situación, que tener una orientación sexual no es elección: uno nace así, como con un color de ojos o de cabello.

3. ¿Cómo reacciona usted cuando encuentra personas homofóbicas que lo discriminan por su orientación sexual?

Con la madre de Félix, el joven que rescaté de la indigencia, tuve un episodio de discriminación hace poco, cuando lo ingresé al hospital del Guasmo Sur para que lo asistan. Su madre llegó y cuando me identificó como homosexual, dijo, abiertamente, que prefería retirarse del lugar. No le importó que su hijo la necesitaba. En esta ocasión, yo prefiero no tomar acción, porque estas personas no entienden que están discriminando. Han sido tantos los episodios de discrimación que he sufrido a lo largo de mi vida que me he vuelto indiferente.

4. ¿Cómo avanza la denuncia que usted y otras personas de la comunidad lgbti pusieron en la Comisión de la Verdad para obtener justicia por la discriminación y delitos que cometió el Estado durante las décadas de 1980 y 1990?

El trámite está paralizado. Una de nuestras abogadas, la doctora Gina Gómez, dice que es entendible porque este es un gobierno ultraconservador y apegado a la Iglesia Católica. De todas formas, nosotros seguimos luchando, ingresando escritos y pidiendo diligencias. Muchas de nuestras compañeras de lucha han muerto, sin embargo, quienes quedamos, no claudicamos y seguimos adelante.

5. ¿En qué condiciones viven las personas de la comunidad lgbti (ahora de la tercera edad) que participaron en acciones que desencadenaron en la eliminación de la homosexualidad como delito?

En total vulnerabilidad y pobreza. Se dedican a cuidar carros en la calle o a la venta ambulante. Algunos tienen peluquerías. Esta vulnerabilidad no solo es por su edad, sino además por su condición lgbti: desde su juventud fueron orillados a la falta de educación y oportunidades. Por eso la mayoría se dedicó a los servicios en restaurantes o cocina, además de la peluquería y el estilismo. Yo mismo quise ser psicólogo. Pero tuve que retirarme de la universidad porque cuando traté de ingresar, los estudiantes me recibieron con insultos y me arrojaron cáscaras de naranja, entre otras cosas. Ese episodio fue muy doloroso para mí y tuve que dedicarme al estilismo como una forma de ganarme la vida. Me ha ido bien como estilista, pero pude ser un buen profesional de la psicología.

6. Si no reciben justicia, ¿cuál es el camino legal que van a emprender?

Nos quedan las instancias internacionales. Pero para ello, necesitamos entregarle todo el dinero que pudiéramos recibir, fruto de esta demanda internacional, a una organización que nos patrocinaría. Esa fue la información que nos dieron. De todas formas vamos a intentarlo. No por el dinero, sino porque necesitamos que el Estado sea condenado por los crímenes que cometió a nuestra comunidad.

7. ¿Usted piensa que la sociedad sigue siendo altamente homofóbica o cree que hay avances?

Sigue siendo homofóbica. Mucho de ello es un discurso que viene desde el poder (no importa que quien gobierne sea de izquierda o derecha). También abona para ello la Iglesia Católica. Y claro está, la familia, como primer núcleo de formación del ser humano.

Por eso, además de leyes, necesitamos avances desde la sociedad: que la despenalización no sea solo legal, sino también social.

8. ¿Qué lo impulsa a usted a ser activista lgbti?

Poder hacer conocer a gente de mi comunidad que nuestra orientación sexual no es «peligrosa», un estigma, ni un delito y que no tenemos que avergonzarnos de ella. Comprobar que, con mis palabras, mi forma de vivir, otros se inspiran y entienden que deben ser respetado desde su humanidad y que lo demás no tiene importancia.

9. ¿Por qué cree usted que es importante la acción de los colectivos lgbti?

Porque desde la organización podemos conseguir más derechos para la comunidad lgbti. Además que nuestras acciones, proclamas, manifiestos e intervenciones públicas nos visibilizan y podemos hacer entender a toda la sociedad que existimos, que somos parte de ella y que tenemos los mismos derechos. No por nuestra condición sino porque también somos seres humanos (aunque parezca tan obvio).

10. A más de la despenalización de la homosexualidad, ¿qué otros logros han alcanzado como comunidad encaminados a defender sus derechos?

Desde el Estado, los logros son nulos. Por más que existen secretarías, organismos y una Constitución que garantiza nuestros derechos, no hay cambios sustanciales. Mas bien nuestros logros se basan en concientizar a la sociedad. El hecho que desfilemos el Día del Orgullo y que recibamos apoyo ciudadano, es un logro.

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