Por @Aliciadorada
Brasil, un país gobernado en los últimos años por los postulados fascistas del Socialismo del Siglo XXI, ocupa el puesto 38 en los estudios para el índice de percepción de la corrupción.
Brasil es uno de los países más desiguales del planeta, donde conviven la pobreza extrema con la riqueza extrema.
Según los últimos datos entregados por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) en base al último censo, 16.267.191 de brasileños viven en situación de extrema pobreza, con un sueldo menor R$ 70 (US$ 43) por persona al mes, lo que representa un 8,5% del total de la población. Ese número es equivalente a todo el estado de Rio de Janeiro o a todos los habitantes de Ecuador, y se dobla si consideramos las cifras más conservadoras referentes a las personas que viven en situación de pobreza, no de pobreza extrema. A esto se suma que Brasil es uno de los países más desiguales en la distribución de riqueza en América Latina y sin ser el más pobre, es uno de los más desiguales del mundo. El sector de la población más castigado por la desigualdad y la falta de oportunidades es el de la gente joven, pues el 50,8 de pobres extremos tienen menos de 19 años.
Río de Janeiro, es la ciudad donde reside Júlia, ( la víctima de la violación grupal), y es una de las zonas donde más se concentra la pobreza extrema y donde es más evidente que dos tipos de realidades (económicas y sociales) conviven bajo una misma bandera:
Júlia fue violada en una favela, o como decimos en Ecuador, en un suburbio o invasión. En esas favelas la propiedad de la tierra no está legalizada y muchas de esas casas de los pobres, fueron demolidas para construir lujosos estadios para el último mundial donde Brasil fue el anfitrión. Ahora siguen las demoliciones y desalojos, porque Brasil es sede de las Olimpiadas y debe seguir construyendo una mentira (estadios, coliseos, pistas y piscinas).
En esas favelas, no hay casi oportunidades de tener un futuro lejos del crimen, el tráfico de drogas y armas o la prostitución. En efecto, Julia reporta que fue violada en una favela, que perdió el conocimiento y que cuando se despertó, estaba drogada, rodeada de hombres armados, desnuda, ensangrentada y tratada «como basura».
Es muy común escuchar que en estas favelas domina el crimen organizado y que la policía ni siquiera ingresa en estos territorios, pues ha perdido el control sobre ellos.
Pues bien, este es el escenario que rodea a Júlia y a millones de adolescentes y jóvenes en Brasil.
Lastimosamente el caso de Júlia de ser madre adolescente ( es madre de un niño de 3 años) en un país de desigualdades y contrastes, no es un caso aislado, es la realidad de muchas niñas en América Latina, ya que esta región ocupa el segundo lugar en el mundo en embarazo adolescente.
Según un estudio de la Unicef con datos del 2015, en América Latina una tercera parte de los embarazos corresponden a menores de 18 años. Y de ellos, casi el 20% son de menores de 15. Los países latinos con más porcentajes de madres antes de los 19 años, son Nicaragua con 28%, Honduras 26%, República Dominicana 25%, Guatemala y El Salvador 24%, Ecuador con 21% y Colombia y Bolivia con 20%. Y agrega este estudio que la mayoría de embarazos de adolescentes se debe a violencia sexual. Y otros factores que abonan son la pobreza, la falta de equidad de género, la falta de acceso a educación y a salud reproductiva o la ausencia de una educación sexual adecuada.
¿Pero qué relación hay entre embarazo adolescente y pobreza? Según la CEPAL, la tasa de fecundidad adolescente del quintil más pobre cuadriplica la del quintil más rico. La maternidad en la adolescencia obstaculiza la continuidad escolar y reduce las oportunidades de inserción laboral, provocando la reproducción intergeneracional de la pobreza.
Coincidencialmente, América Latina es una de las zonas más castigadas por la corrupción. Y por ende las tasas de pobreza crecen y crecen. El último reporte del Banco Mundial le pronostica probabilidades nulas de crecimiento económico para el 2016, especialmente a los países dominados por el Foro de Sao Paulo:
Que no hay corrupción, dicen los voceros de sus gobiernos. Pero en los Panama Papers, están involucrados muchos países de la región y gran cantidad de sus políticos y gobernantes, que en algunos de los casos pasaron de pobres a manejar grandes fortunas en tiempo récord.
¿Coincidencia entre corrupción, pobreza, falta de oportunidades y embarazo adolescente?
La socialista del Siglo XXI y presidenta suspendida de Brasil se ha afanado en solidarizarse con Júlia. No se puede ser más cínica. Porque su gobierno no ha hecho nada para disminuir las brechas entre los más ricos y los más pobres. Al contrario, las denuncias de corrupción campean y el motivo de la suspensión es maquillar estados financieros. Mientras tanto, una mujer es violada cada 11 minutos en Brasil. Así son los políticos del Foro de Sao Paulo, vulgares oportunistas que no desperdician ocasión para acomodarse.
Por ello, en lugar de oponernos al aborto, debemos oponernos a la corrupción. Porque esos niños de madres adolescentes, son hijos de la pobreza, de la falta de oportunidades. Y sí, esos niños son hijos de la corrupción. Dejemos la campaña «No más abortos» y demos paso a la campaña «No más corrupción».
«Que nos roben todo menos la esperanza» dice Rafael Correa en Ecuador. Me temo que los gobiernos del Socialismo del Siglo XXI nos han robado más que la esperanza…