MUJERES VERSUS HOMBRES ¿Y SANAR LAS HERIDAS, PARA CUÁNDO?

Por Alicia Galárraga

Peligrosamente se observa cómo discursos extremistas se apoderan de la sociedad.  Ambos bandos dicen defender derechos.  Ambos bandos dicen ser la víctima.  Ambos bandos se sienten ofendidos.  Esta polémica se ha visto exacerbada en los últimos días por un enfrentamiento entre dos grupos antagonistas.  El uno, un grupo de la Iglesia Católica, liderado por un sacerdote, ha convocado a una marcha.  Varias publicaciones dan cuenta que los argumentos para convocarla, se basan en falacias.  Sin embargo, lo más preocupante, es el daño que se le hace a la sociedad con este enfrentamiento estéril, donde solo hay perdedores:  los niños y la familia (como cada individuo, fruto de su libre albedrío, la conciba).  Y entonces, si los niños y la familia son los afectados, a la final, la afectada es la sociedad, que es fraccionada, dividida, separada…en blanco y negro, en buenos y malos, en puros e impuros, en justos y pecadores, en curuchupas y libertinos.  Justamente el mismo discurso totalitario del que se valió Correa para polarizar y crispar a la sociedad.  Los resultados están a la vista y no son nada alentadores.  Por lo que es infructuoso e innecesario seguir echando sal en las heridas.  Urge, más que nunca, hacer un llamado a la tolerancia, a la cordura, al respeto a las diferencias y a la diversidad.  Si seguimos aplicando  la ley del ojo por ojo, terminaremos siendo parte de una sociedad tuerta.

Desde este punto de partida, me permito incluir en este espacio un escrito, que en estos momentos es valioso para hacernos recordar que las mujeres y los hombres no podemos tomar, cada uno, la posición de un cuadrilátero e ingresar a una pelea, donde solo resultarán perdedores.  A continuación lo comparto en su totalidad y cito la fuente:

EL FEMINISMO Y LOS DERECHOS DE LOS HOMBRES

Hay una herida en el hombre, al igual que hay una herida en la mujer y no puede haber evolución social o espiritual que valga mientras todas estas heridas no hayan sanado.  

Por cosas de la vida llevo unos años desconectada de este espacio. De antemano pido disculpas a quienes han visitado la página sin encontrar nada nuevo pero para producir nuevos contenidos es a veces necesario tomar distancia. Esta distancia, que en mi caso es no sólo mental y espiritual sino geográfica me ha permitido evaluar el proceso de este viaje que ha sido el feminismo. El feminismo como un movimiento global, local y personal. No es lo mismo hablar de feminismo en América Latina que en Europa, o en el Reino Unido que es donde vivo actualmente. No es lo mismo hablar de feminismo desde la perspectiva de las poblaciones vulnerables que desde la clase más acomodada de la sociedad. Y claramente, no es lo mismo hablar de feminismo entre hombres que hablar de feminismo entre mujeres. Cuando comencé a andar este camino, el feminismo se me presentaba como una verdad visceral (si es que se es válido decir que una verdad se siente en las entrañas). Por obvias razones, las experiencias de los hombres dentro del movimiento o con respecto a este me eran totalmente ajenas, así como para muchos hombres pueden resultar ajenas nuestras reivindicaciones.

Ayer vi un documental que se llama ‘The Red Pill’. Este es el trabajo de una documentalista feminista hacia el interior del Activismo por los Derechos de los Hombres o MRA por sus siglas en Inglés. El movimiento MRA básicamente reclama que el patriarcado y la opresión de la mujer es un mito construido por el feminismo y que son los hombres los que están realmente oprimidos. La prueba de esta opresión se centra en unos puntos muy concretos:

– La vida de los hombres es desechable: Son los hombres los que van a la guerra. Son los hombres los que asumen los trabajos de mayor riesgo. Son los hombres los últimos en ser rescatados en una catástrofe (mujeres y niños primero.. y eso).
– Los hombres tienen los índices más altos de suicidio: Este punto se extiende para hablar de los roles de género asignados a los hombres y la presión por ser exitosos, productivos y proveedores.
– El sistema judicial está parcializado: Los hombres llevan las de perder en los casos de custodia por los hijos.
– Más hombres que mujeres abandonan la educación superior, están desempleados o son habitantes de calle.
– Cuando los hombres tratan de llamar la atención sobre estos problemas son silenciados por las voces feministas que de inmediato los acusan de misoginia, aislándolos aún más.
A medida que veía el documental pensaba cómo cada uno de estos argumentos tiene necesariamente su contraparte desde la óptica feminista:
– Durante tiempos de guerra las mujeres sufren la mayor parte de la violencia sexual
– Las mujeres se suicidan menos pero mueren más a manos de sus parejas.
– Por cada 1000 casos de violación sólo 6 hombres van a la cárcel.
– En el tercer mundo hay más mujeres que hombres sin acceso a la educación… etcétera.
Todos estos factores -tanto de un lado como de otro- se soportan sobre estadísticas que pueden o no ser acertadas pero hay algo que es absolutamente real: donde quiera que haya voces de protesta, hay inconformidad, hay miedo, hay abandono. Mucha gente compara al MRA con la Supremacía Blanca, sugiriendo que no son más que el grito de una comunidad que estando en el poder se siente amenazada por el levantamiento de comunidades antes oprimidas. …  Mucha tela que cortar.
Yo a ciencia cierta sólo podría decir dos cosas: La primera, que parecería ser obvia, es que el extremismo nunca es saludable (incluso el extremismo en el que puede caer el feminismo… no nos digamos mentiras ahí). La segunda es que detrás de cada proclama hay una herida, y es eso lo que me interesa principalmente.  Hay una herida en el hombre, al igual que hay una herida en la mujer y no puede haber evolución social o espiritual que valga mientras todas estas heridas no hayan sanado. El extremismo, la violencia, las posturas «en contra de», son la infección de esa herida. Donde hay odio, en el principio sólo hay dolor.  Es hora de bajar la guardia para escucharnos. No podemos decir que hay un dolor que duele más. No podemos sentir cuál miedo es peor. Lo que sí podemos hacer es vernos en esa extrema vulnerabilidad en la que el sistema nos ha dejado, reconocernos en nuestra indefensión. Mostrar nuestras heridas para poder sanarlas.

El hombre actual se encuentra en crisis. Esto es real. El hombre ha perdido todo referente de masculinidad. Alejándose de la hipermasculinidad o de la masculinidad tóxica se enfrenta a su femenino sin saber por dónde agarrarlo al tiempo que la mujer trata de reivindicar esa energía y regenerarla. Pero la tarea de entrar en contacto con la energía de lo femenino es tan ardua que en el camino podríamos estar olvidando qué tipo de masculinidades son las que tratamos de construir. Es importante también revisar qué es la feminidad tóxica porque para que la herida de la mujer pueda ser sanada es fundamental que nos enfrentemos a la propia sombra de lo femenino. Si algunas de ustedes han estado trabajando con la madre oscura saben perfectamente de qué les hablo.

Creo que para que las reivindicaciones sociales tengan un efecto duradero, debemos construir a partir de nuestras similitudes, reconociéndonos en nuestro dolor.

Yo como mujer feminista quiero hacer espacio para esa construcción, pero por el momento tal vez,  sólo espacio porque hacer más podría ser castrador.  A los hombres que quieran decir algo quiero prestarles un oído. A los que quieran llorar quiero prestarles un hombro.  A los que quieran levantarse quiero prestarles la mano.  A los que quieran comunicar quiero prestarles este espacio. Porque como dice allá arriba al inicio de este blog, este es un espacio para la reconstrucción… un sembradío.

Ahora, todos los datos que respaldan al MRA han sido recogidos en Estados Unidos. Yo quiero saber qué opinan los hombres Latinoamericanos. Quiero saber qué pasa con la masculinidad en nuestros países. Qué representa para ellos el feminismo. Cómo entienden ellos el machismo. A qué le temen. Cómo se sienten oprimidos en su condición de hombres, si es que así se sienten. Cuáles son los retos a los que se enfrentan en el proceso de construcción de nuevas masculinidades.  Los invito a que me envíen sus comentarios a través de la página de Facebook para poder convertirlos en imágenes para un nuevo álbum. Construyamos un puente para que el futuro pueda comenzar en el medio.

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